¿Cuánto cuesta tu pecado delincuente humanidad? es una de las frases más reflexivas y dramáticas que escuchamos en Réquiem para Jesus Crucificado, una obra de Pietro Antonio Metastasio, transmitida via streaming en estos días santos.
Bajo la dirección de Juan Ignacio Aranda, vimos la representación de lo que sucedió entre algunos apóstoles después de la crucifixión de Cristo, con diálogos fuertes que, creyente o no, seguramente nos llevan a reflexionar.
Con una excelente interpretación, los grandes actores: Juan Ignacio Aranda, Elia Domenzain, Luis Notni, José Pablo López, Janis Sonash, Alexis Marsicano y Jorge Fajardo, nos trasladaron al momento en que Pedro (Aranda) es atormentado por la conciencia, después de traicionar al Maestro, y María Magdalena (Domenzain) llega junto con los apóstoles Juan (Notni) y José de Arimatea (José Pablo López) narrando la tragedia que había llevado a la muerte al Nazareno.
Entre lágrimas y dolor, narraron la tormentosa agonía del que fuera su maestro, de las burlas recibidas, del sufrimiento de su madre María, y como si fuesen espinas, cada uno de los hechos quebrantaban al apóstol que había entregado al hombre justo a manos de ese crimen.
Una historia que sucedió hace más de 2 mil años, que puede ser un hecho bíblico, social, o simplemente cultural, pero que sin duda nos hace estremecer ante la enseñanza, el mensaje y la tragedia vivida por un inocente.
En alrededor de una hora, el texto nos lleva a recordar el calvario del hijo de Dios, y Pedro ante su culpa, no quiere dejar pasar por alto las enseñanzas del maestro, es por eso que perpetua su palabra en la Iglesia.
Sin duda una los momentos más importantes es el de la reflexión, el encontrarle sentido a esta cruel crucifixión, Pedro da un discurso que nos lleva a la meditación, recordando que las heridas de la cabeza nos enseñan a apartar de la mente el pensamiento criminal; las manos perforadas, aborrecer la avaricia; el amargo brebaje, a condenar los placeres; y la cruz, es la tolerancia en todas las desventuras de la vida.
Un espectáculo que pone la piel chinita, la lágrima a flor de piel y nos deja pensando: Si usted está sufriendo los sinsabores de este año tormentoso, recuerde la cruz y el calvario del hijo de Dios y consuele su pena con el rostro amable y amoroso de quien dio su vida por amor.
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