top of page
  • Foto del escritorCirenia Salazar

Memorias compartidas


Autor anónimo, podrías ser tú

Mientras disfruto del tan esperado reencuentro de RBD por cuarta ocasión, la lluvia de emociones que acompañan la fría tarde de la cual me refugio en este sofá lo hacen especial.


Agazapad@, evitando la vista de transeúntes que al exterior voltean en algunas ocasiones hacia mi ventana, motivados en muchas ocasiones por las luces, propias de esta época en los pórticos y exteriores o quizá, sea por el hecho que extrañamente hoy decidí hacer a un lado el velo detrás de las cortinas que impide la vista al interior de la habitación donde me encuentro.


La realidad es que prefiero pensar, sienten ese ambiente que percibo en el aire lleno de nostalgia y recuerdos. ¡Depresión, nooo!!! Para nada. Solo es rememorar en este preciso momento esa época en la que nos comíamos a mordidas agigantadas cada experiencia, cada botella de alcohol o cerveza, cuando no éramos veganos, lacto vegetarianos, mejor aun cuando podíamos comer lo que se nos atravesara sin tener esa culpa al día siguiente porque sabias que bailando en las fiestas sacarías todas las toxinas de la noche de copas anterior, donde la resaca no era dolor de cabeza sino al contrario era un: ¿y de aquí pa´ donde?


Recuerdas esos años donde un “me acabo de enamorar” se convertía en el dolor más grande nunca antes vivido aseverando que nunca más volverías a intentarlo porque tu corazón solo le pertenecería a esa persona que por azares del destino se encontraba con tu mejor amiga, tu prima o en el caso más cruel que te puedas imaginar resultara tu familia; si te iba bien era casado o casada y se convertía en tu primera aventura desafiante para platicar.


Recuerdo que mis tiempos de “Rebelde” fumar era a escondidas de mis padres y culpaba como siempre a mi mejor amiga, a su vez ella hacía lo propio. Juntarnos a la salida de la escuela, en el carro del primero que dijera: ¡un cigarrito! Amenizado por una extensa charla donde los temas de amor y desamor, intrigas; inquietudes como el averiguar si el vato que te gusta es homosexual o la chava que se te queda viendo y actúa algo diferente es lesbiana. Cuando no había movimientos de incluyentísmos, solo movimientos de respeto hacia tus gustos y preferencias, que no éramos como nuestros padres “Amor y Paz” sino que al menos yo, tuve la oportunidad de ser, sentir y vivir lo que me gustaba, respetar por igual a tod@s, aunque en muchas ocasiones no me agradara, cuando no juzgábamos solo comentábamos.


Hace un par de semanas me sorprendió la triste partida de una querida amiga, cuantos no hemos perdido a alguien cercano en los últimos doce meses; coronavirus o no, la partida de ella tan repentina me hace valorar las experiencias del pasado, presente y quizá a futuro; como dicen muchos recordar es volver a vivir, hoy entiendo que no es así. Yo recuerdo no porque deseo volverlo a vivir, no porque hoy este en este encierro o, ya no sea la misma persona de antes que ande de fiesta en fiesta, no es por ese motivo; por el contrario, mis recuerdos agolpados en momentos como este me hacen entender he vivido a mi manera todo lo que la vida me ha puesto en el camino, quizá me falta un largo o corto camino por recorrer pero lo que ya recorrí lo disfrute con toda las lágrimas que pude derramar en cada ataque de risas que tuve y no pude controlar, en cada sentimiento doloroso, en cada decepción amorosa o personal.


En los altibajos propios de la madurez.

Hoy en este melancólico rincón recuerdo lo que es vivir, cada letra, cada canción, ver a esos personajes públicos en la pantalla, cada nota trae una emoción llena de recuerdos, de personas que ya no están, otras que partieron, aquellas que aleje, aquellas que se quedaron conmigo y aquellas que siguen aquí, junto a mí en la distancia; todo ese mundo de gratas experiencias que me recuerdan la vida mía, la tuya o la de aquellos que como mi amiga partieron de este mundo.


Porque hoy entiendo, que para vivir no se necesita aventarse de un avión, que no necesito ser el protagonista de una narcoserie, ser como esas mujeres decididas o esos hombres imponentes que desafían a la muerte; para disfrutar la vida, para hacerla valer solo necesité disfrutar cada minuto, cada etapa, que en su momento no entendí y hoy me hacen reír de mis actitudes. Tal vez, compartas algo de ello conmigo, tal vez no. Hoy entiendo que soy protagonista de mi propia historia llena de aventuras a la medida de mí, construyo mi mundo lejos de destruirlo y tengo cortometrajes para todos.


Que memorias tienes de tu época “Rebelde” una copa de vino, un vaso de agua, una taza de café mejor aún un tequila o una cerveza en este momento, estés donde estés como acompañas esa mirada hacia atrás que siempre estamos obligados a dar. No importa que no haga frio, que no esté lloviendo o que esté haciendo un calor insoportable, siempre hay espacio para recordar y en esta cuarentena más que nada. Hoy que el amor propio se enfría, que la hermandad se está dejando a un lado, hoy que estamos tan distantes que te parece si nos acercamos unos a otros para recordarnos; dicen que cuando te acuerdas de una persona que no tienes presente es porque la otra te está llamando en sus pensamientos.


Vamos a vibrar en emociones, en recuerdos, quizá ambos seamos parte de Memorias Compartidas.



bottom of page